De Navidad...

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24 diciembre 2008

El mundo de JackSe acerca navidad, faltan horas para noche buena. No se como será en otros países, pero en Argentina lo que vale es noche buena. Cenar tarde, esperar la medianoche bebiendo preferentemente, qué digo, exclusivamente alcohol. Cuando son las cero horas del 25 estallan fuegos artificiales por donde se mire (aunque con los años se fue perdiendo la cantidad). Se toma mucho más alcohol, a esa altura a nadie le importa si en realidad existe Papá Noel. Brindamos. Festejamos. Nos abrazamos como tontos niños inocentes. Reímos, vaya a saber uno por qué. Brindamos. Descorchamos otra botella. Llenamos vasos que ayer veíamos medio vacíos. Brindamos.
Los chicos corretean por todos lados rompiendo las pelotas, sería el azúcar que se les sube a la cabeza. Nosotros correteamos por todos lados rompiendo las pelotas, sería el alcohol que se nos sube a la cabeza. Reímos. Recordamos. Olvidamos. Brindamos.
Ni idea tenemos lo que comimos, pero podríamos hacer una lista exacta de cada sorbo que le dimos a nuestro vaso (que ahora está medio lleno). Conversamos. Reímos. Brindamos.
Los recuentos del año, pronto en irse. Los: "¡Uy! te acordás..." ó "Este año pasó volando..." ó "Estuve haciendo dieta para las fiestas.." ó "Me iba a poner a dieta, pero al carajo: Feliz Navidad!"

Los pendejos cada vez más hincha pelotas, ahora reclaman sus regalos, exigen que el gordo de rojo les deposite sus regalos debajo del arbolito de navidad. Aunque claro, a esta altura la mayoría sabe que son sus padres y el reclamo puede ser más directo, por tanto los pibes no entienden una estupida tradición que dice que recién después de medianoche van a recibir sus regalos.
Y parece que el azúcar de los dulces y los chocolates saturan el cerebro, porque se ponen insoportables. Y cuando abren el regalo, no es lo que ellos querían. No hay que darle tantos dulces a los niños. Reproches. Pero se conforman. Se ponen a jugar con la caja del regalo.

Y parece que el alcohol del vino, la cerveza y el champagne saturan el cerebro, porque se ponen insoportables. Y cuando abren otra botella, no es lo que ellos querían. No hay que darle tanto alcohol a los hombres. Reproches. Pero se conforman. Se la toman igual.

La noche pasa rápido, porque cuando uno la pasa bien, la noche pasa rápido; es una ley de la física, en esto no miento.
Entonces llega una hora en que se brinda de nuevo. Algunos comienzan a seleccionar meticulosamente botellas (por no decir encanutarse), para el camino de ida. Los viejos se quedan en lo suyo, una especie de fiesta que la vemos muy lejana. Nosotros nos vamos con nuestras botellas a otro lado, a salir, a recorrer la noche llena de gente.

Somos un grupo de amigos buscando algún lugar para poder festejar nuestra navidad (vaya excusa). Pero nadie sabe por qué o qué se festeja, podríamos festejar Hanuká o lo que sea. A nosostros lo que nos importa es que la ciudad por esa noche va a estar en llamas y llevamos leña y carbón. Todos están de buen animo, abiertos al dialogo, todos ríen, hasta diría que las mujeres son más buenas y... No, eso último sería un verdadero milagro de navidad. Pero lo cierto es que se palpa en las calles de nuestra ciudad alegría y festejos por obra y arte del alcohol en cantidades insospechadas.
Entramos a los "boliches" y el clima es el mismo, todos celebrando quién sabe qué (y repito: a nadie le importa, mucho menos a mí). Todo eso no importa, lo importante es la fiesta. Intentamos torpemente "conquistar" alguna chica, mujer. Hablamos. Reímos.
Todo importa tan poco.

Seguimos tomando alcohol hasta que asoma el sol y nos dice "basta muchachos, ya se les fue la mano." Entonces reprochamos: "Pero... señor sol, estamos tomando una copita con amigos, estamos de fiesta festejando navidad." Él no nos hace caso, entonces nosotros tampoco.
Igualmente la gente comienza a irse y tímidamente nosotros también.
Cuando salimos a la calle hay basura por todos lados, botellas vacías, Papá Noeles tirados en el piso, borrachos y dormidos en alguna resaca. Cenas que hacía unas horas atrás estaban exquisitamente ordenadas sobre una mesa, ahora estaban desparramadas por el piso.

Emprendemos nuestra vuelta. Ya queda poco para hablar. No hay ganas de brindar. Seguimos ríendo, pero ahora, más que nunca, sin saber por qué...
Así pasamos la navidad. Hay detalles que dejé pasar, so pena de la extensión.
Quizás sea una de las fiestas que más disfrutamos, porque a la semana viene "Año Nuevo" y se repite todo otra vez.

Sea donde sea que estés, no te deseo una Feliz Navidad. Digamoslo así, ¡te deseo Felices Fiestas!

El Mensajero

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15 diciembre 2008

"En algún lugar, en algún momento, la noche va a ganarle al día. Esa batalla ancestral de permanencia, de turnos, de horas señaladas, de pactos hechos a través de la eternidad, de rotación continua, continua armonía, fluído celeste, estelar, galáctico, universal, unívoco, cíclico, unidireccional, repetitivo a través de la historia, de la historia. Noche tras noche y día tras día, todos sabemos que en algún momento eso va a terminar."
El mensajero ha hablado y por alguna razón no entiende por qué el cielo se esta cayendo. Cae directamente encima suyo.
Un cielo celeste, azúl, inexplicable. Inexplicable porque hay cosas que no pueden explicarse cuando no se las reconoce y ese cielo, ese día, estaba inexplicable. Cayéndose. Desmoronándose tan lentamente como cuando las olas se rompen con bravura en la orilla de un viejo muelle. El basto cielo caía en pedazos, solo que nadie lo notaba. Es demasiado inmenso como para notar movimiento en él. La caída precipitada tan solo provocaba una leve brisa, ondulando algún que otro cabello de su cabeza.

Nadie lo notaba. El mensajero era el único que sí lo hacía. Por alguna jugarreta del destino él era el único en la superficie terrestre que notaba el desprendimiento de tan magnánima obra de la naturaleza. Claro que eso lo asustaba. De reojo intentaba conseguir complicidad de alguien, mas era en vano. Ya nadie se detenía a observar las estrellas, mucho menos a un pálido cielo celeste.
Angustiado, solo le restaba seguir contemplando aquél hecho histórico y final de la historia misma. El cielo se caía en pedazos y él era el único que lo notaba. Él lo había predicho. Él sabía que esto iba a ocurrir y caso omiso, oídos sordos, indiferencia permanente por aquellas mentes obtusas, aquellas mismas que ahora no podían contemplar el fin del mundo.

Tampoco sabía exactamente por qué caía el cielo, por qué el fin del mundo. Pero el mensajero sabía que ahí estaba, siendo testigo del fin de todas las cosas.
La perturbación y exaltación de aquél lisérgico momento solo se apaciguaba cuando recordaba que él había sido el mensajero que advirtió a la humanidad de su fatal destino. Eso en algún punto lo tranquilizaba.
El hecho es que no podía dejar de mirar hacia arriba. Ese hipnotizante cielo, ese azul sagrado, ese aire puro y divino.

El mensajero había llegado al final de su vida. La humanidad que lo juzgaba de loco, no.

Alfonsina Storni: Cuadrados y ángulos.

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09 diciembre 2008

¡Dale al Play!

  • Cuadrados y ángulos
Casas enfiladas,
casas enfiladas,
casas enfiladas.
Cuadrados,
cuadrados,
cuadrados.
Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
ideas en fila y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima,
Dios mío, cuadrada.

Este era el poema al que hacía mención. (En los comentarios de un post anterior)
Está dedicado a Luna. Pero además, dedicado a cualquiera que se quiera detener a pensar un poco en la forma en que vivimos.

Poema harto sencillo y retorcidamente complejo.
Sin divagar mucho (y aún siendo un gran ignorante en cuanto a poesía se refiere) es claro que la sencillez del poema va de la mano con el mensaje que da. Por eso es que me encanta.
Otra cosa y no se hasta que punto haya sido intención de Alfonsina, es que no me canso de leerlo y tampoco me resulta "incomodo" o denso leerlo una y otra vez. Hasta diría que uno lo relee con cierto gusto. Tal vez porque a esta altura lo llevamos dentro: la monotonía, la estructura, la organización y demás. Tal vez sea esa la razón de encontrar el "ritmo" y hacer de algo tan sencillo algo tan agradable.
Aún entendiendo el claro sentido de la autora de nunca saber cuando termina el poema. Es decir, se puede terminar en el último verso y empezar por el primero como si no hubiese pasado nada.

Demás está decir que es totalmente aconsejable leer cualquier poema de ella. A mi me encanta porque es bastante sombría y melancolica, sobretodo cerca del final (Al menos las cosas que he leído).
Vivió mucho tiempo en Rosario y se suicidó arrojandose al mar (En Mar del Plata, 1938). También se dice que en realidad fue caminando mar adentro hasta morir ahogada. (Pero eso es parte de la leyenda)

En fin, "Cuadrados y ángulos" es un poema que me encanta y debo confesar que cuando lo leí por primera vez (en la secundaria, a los 16; 17 años) mi primer reacción fue total repudio, hasta que claro: Lo releí.

Un Trabajo Inusual...

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06 diciembre 2008

Este cuento lo escribí hace un tiempo.
No hay excusas para no leerlo: son 150 palabras.

Estoy cansado de trabajar. ¡Tengo que levantarme todos los días a las siete de la mañana!
Lo peor es que muchas veces no pude ir a dormir a mi casa por culpa de mi trabajo. Pero hay muchos problemas que resolver y debo trabajar, entiendo.
Igualmente hay días que me divierto.
Hay veces que la gente no coopera mucho, pero lo que más me molesta, es el maltrato, es un ambiente complicado. Con mis colegas nos llevamos bien, somos todos amigos.
Menos con Tito, a ese no lo soporto.

Bueno, se fue otro día, hoy creo que tampoco voy a mi casa.
Voy a dormir en la plaza esta noche.
Mañana tengo que seguir con mi gran acto, por cierto, soy malabarista y mi señorita dijo que soy bueno. ¡Quiero empezar las clases ya!, sirven rica comida en la escuela, aparte nos divertimos mucho con mis amigos de tercer grado.

dibujo chico de la calle

Un Juego de Ajedrez.

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03 diciembre 2008

hombre ajedrez de titeresLa vida para él era tan solo un juego más, pero al estilo del ajedrez. De hecho, él decía que a cualquier movimiento que se hacía en el ajedrez le correspondía un movimiento análogo en la vida y hasta mismo las piezas tenían su significancia: los peones eran la iniciativa, los alfiles la sutileza, las torres el carácter, los caballos el coraje, la reina el amor y el rey la conciencia.
Él decía que el enroque representaba la total falta de amor, la racionalización pura. Pues, la iniciativa queda estancada y el carácter cuida la conciencia, mientras que el amor deambula en peligro.
Decía también que el "mate pastor" era la jugada más estúpida y por tanto la manera más estúpida de vivir la vida. Aunque agregaba que hasta en eso había belleza, pues se sacrifica todo por amor. Nunca entendí como llegaba a esa conclusión, pero el hecho es que eso era lo que él decía.

A decir verdad había mucha lógica en sus pensamientos. Pero también mucha pasión. Era un apasionado del ajedrez y de la vida. Pero voy a continuar con algunas de sus interpretaciones.
Él encontraba con que en la vida uno no puede dejarse guiar por todos sus impulsos, sensaciones o deseos. Entonces era necesario, para esto, encontrar un equilibrio. Vale decir: no se puede jugar toda una partida únicamente con los caballos, o lo que es lo mismo, dejarse llevar por el coraje en la vida. Así como tampoco podemos confrontar con nuestro carácter cualquier problema de la vida, tampoco podemos jugar una partida únicamente con las torres. En fin, esa era la idea. Cuando más lo pienso, más me convenzo de que tenía mucha razón en sus interpretaciones.

Siempre llevaba con él un pequeño anotador, donde escribía las posiciones en el tablero, situaciones problematicas y de todo tipo. Entonces cuando encontraba un tiempo libre o cuando se le venía una idea a la cabeza trataba de resolverlas. A veces era imposible entablar una conversación con él porque sacaba el anotador y comenzaba a escribir. Se encerraba en su mundo.
Pero era un buen hombre, un buen amigo. Sabía mucho de ajedrez, pero también sabía mucho de la vida.
Siempre lo apoyé en todo, eramos grandes amigos.
Hasta que un día se inscribió en un torneo que pasó a ser lo más importante en su vida. Estaba completamente inmerso en él. Ya no atendía llamados telefónicos, ya no se reunía con sus amigos en el bar. Que aunque nos juntábamos a jugar ajedrez, también hablábamos de la vida, de problemas cotidianos, otros no tanto. Pero en definitiva era el único lugar donde despejábamos nuestra mente de los infortunios de la vida.
Lógicamente en el torneo ganó todas las partidas que jugó, hasta llegar a la final. Debo agregar que ganó todos los torneos en los que jugó. Y habían sido muchos. Este, en principio era otro más, un torneo nacional. Pero él lo había tomado muy a pecho, estaba muy preocupado por perder.

Un día fui a su casa a ver cómo estaba, fue la noche anterior a la final. Había estado preparándose para ese día un mes antes, sin salir de su casa. Hablamos muy poco y lo noté muy angustiado, estubo a punto de llorar. Se enfrentaba al único hombre con quien hizo tablas. Eso yo no lo sabía, nunca lo había dicho. Entonces estaba muy preocupado por perder. Traté de animarlo diciéndole que en la vida a veces es mejor hacer tablas antes que perder la conciencia. Seguí su misma lógica. Pero me respondió enojado: "¿De qué sirve la conciencia si se ha perdido todo lo otro?".
Y creo que hasta en eso tenía razón.
Me fui. Lamentablemente dejé esa conversación ahí. Me había dado su último consejo.

Hoy, luego de tres meses de aquel dialogo voy a visitarlo de nuevo.
Me paro frente a él, para conversar, como lo hacíamos antes. Como en los buenos tiempos.
Pero lo único que se escucha decir repetidamente es: "¿De qué sirve la conciencia si se ha perdido todo lo otro?". Haciendo eco, retumbando en una oscura sala del psiquiátrico.

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