Ese beso hubiera sido divino y yo soy tan solo un mortal. Por eso no me fue concedido por las circunstancias de la vida. Y es que en ese preciso instante en donde la magia de la situación nos hace dudar de la realidad, abrieron la puerta. De un tirón abrieron la puerta y con él se llevaron mi momento mágico al demonio.
—¡No puedo creer lo que veo! —Esas fueron las palabras del hombre que me cagó la hermosa escena— ¡Después de tanto tiempo!
—Disculpe señor —dijo la mujer de mis sueños, dirigiéndose al hombre que se había robado nuestro beso—, es la única salida que encontré para que no lo envíen con los demás presos. Sabía que usted estaba vigilando y que vendría hasta aquí. Ahora se encuentra a su entera disposición.
Estaba completamente desorientado. Mi cosa hermosa de mujer le estaba hablando muy tranquilamente al hombre que nos sorprendió escondidos, y justo cuando estábamos por darnos el mejor beso y más romántico de toda la historia —o al menos eso era lo que yo sentía.
¿Acaso no estaba ayudándome mi recepcionista sexy? ¿Quién era este hombre que tan descaradamente abría puertas sin golpear? ¿Por qué ahora yo me encontraba a su “entera disposición”?
—Muy bien hecho —decía el tipo, mientras me analizaba de arriba a abajo, apuntandome con un revolver—, ahora puedo matarlo sin tener que llenar papeles, es un fastidio tener que hacerlo. Sobretodo cuando uno es una persona tan importante para el mundo. Una vez que deje de existir este pobre diablo, ya no hay marcha atrás y voy a poder vivir tranquilo, definitivamente, sin tener que preocuparme porque algo raro pueda llegar a surgir. De una vez por todas voy a dormir en paz en la cima del mundo. Vas a ser muy bien recompensada chiquita —mientras la observaba a ella—, te espera un muy buen camino en este mundo. Solo resta llevar a este individuo a mi oficina sin que nadie lo note, tomá —dándole una tarjeta— esta tarjeta te va a servir para tener autorización para llegar a mi oficina, una vez ahí, voy a poder matarlo sin que quede ningún registro. En el peor de los casos, de que esto salga a la luz, las excusas sobran y de ser necesario voy a decir que fue en defensa propia y asunto arreglado. Vamos, ayudame a terminar este trabajito y vas a poder olvidarte de tener que trabajar en toda tu vida. Y vos pibe, quedate tranquilo, hacé lo que ella te diga, ella tiene un arma también —decía el hombre, mientras yo escuchaba atónito, sin poder creer la de locuras que estaba diciendo.
Miré a mi chica, buscando complicidad con la mirada, pero no encontré nada. Parece que iba en serio la cosa y que yo estaba a punto de morir en manos de un viejo loco y una arpía traidora hija de mil putas.
Mierda.
—¡No puedo creer lo que veo! —Esas fueron las palabras del hombre que me cagó la hermosa escena— ¡Después de tanto tiempo!
—Disculpe señor —dijo la mujer de mis sueños, dirigiéndose al hombre que se había robado nuestro beso—, es la única salida que encontré para que no lo envíen con los demás presos. Sabía que usted estaba vigilando y que vendría hasta aquí. Ahora se encuentra a su entera disposición.
Estaba completamente desorientado. Mi cosa hermosa de mujer le estaba hablando muy tranquilamente al hombre que nos sorprendió escondidos, y justo cuando estábamos por darnos el mejor beso y más romántico de toda la historia —o al menos eso era lo que yo sentía.
¿Acaso no estaba ayudándome mi recepcionista sexy? ¿Quién era este hombre que tan descaradamente abría puertas sin golpear? ¿Por qué ahora yo me encontraba a su “entera disposición”?
—Muy bien hecho —decía el tipo, mientras me analizaba de arriba a abajo, apuntandome con un revolver—, ahora puedo matarlo sin tener que llenar papeles, es un fastidio tener que hacerlo. Sobretodo cuando uno es una persona tan importante para el mundo. Una vez que deje de existir este pobre diablo, ya no hay marcha atrás y voy a poder vivir tranquilo, definitivamente, sin tener que preocuparme porque algo raro pueda llegar a surgir. De una vez por todas voy a dormir en paz en la cima del mundo. Vas a ser muy bien recompensada chiquita —mientras la observaba a ella—, te espera un muy buen camino en este mundo. Solo resta llevar a este individuo a mi oficina sin que nadie lo note, tomá —dándole una tarjeta— esta tarjeta te va a servir para tener autorización para llegar a mi oficina, una vez ahí, voy a poder matarlo sin que quede ningún registro. En el peor de los casos, de que esto salga a la luz, las excusas sobran y de ser necesario voy a decir que fue en defensa propia y asunto arreglado. Vamos, ayudame a terminar este trabajito y vas a poder olvidarte de tener que trabajar en toda tu vida. Y vos pibe, quedate tranquilo, hacé lo que ella te diga, ella tiene un arma también —decía el hombre, mientras yo escuchaba atónito, sin poder creer la de locuras que estaba diciendo.
Miré a mi chica, buscando complicidad con la mirada, pero no encontré nada. Parece que iba en serio la cosa y que yo estaba a punto de morir en manos de un viejo loco y una arpía traidora hija de mil putas.
Mierda.




