El viaje - IV -

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22 marzo 2010

Mi Maquina del Tiempo
El viaje fue sencillamente alucinante. Fue un paseo de turista, a una altura considerable, por toda la ciudad. Viendo como había sido transformada, nunca había visto tantos edificios y tan prolijos. Todo en plena armonía. Yo era el único desarmonizado, que aún intentaba entender algo de lo que estaba ocurriendo; desorientado por la actitud de mis captores, pues no decían una sola palabra a pesar que les había incitado al dialogo:
—Maestro, disculpará usted, pero me podría decir dónde corno estamos yendo...
Nada.
Ni una palabra che.

Por eso me tranquilicé, no pensé más en nada y contemplé el paisaje anti-natura o contra-natura, como más les guste y mejor suene. Así y todo, les guste o no les guste, ese paisaje urbano había sido construido para ser admirado.
Pasamos cerca del "Monumento a la Bandera", jamás lo había visto así, estaba impecable y aunque siempre lo estuvo —al menos en estos últimos años— esta vez era otra cosa. Estaba realmente emocionado, me gustaba todo lo que veía, solo restaba saber adónde nos dirigíamos.
No creía que sea nada grave, además alguien debía explicarme mejor dónde estaba, alguien debía informarme y quizás encuentre una respuesta adonde sea que estábamos yendo.

Pasamos por sobre el río Paraná y el agua era agua, no lo podía creer, un río inmaculado diría yo. No dejaba de ser agua de río, pero tenía un color que nunca había visto en él. Llegamos a la isla (cruzando el río) y ahí descendimos. En el viaje observé que otras naves parecidas a la nuestra volaban al mismo lugar, pero ninguna aterrizó cerca nuestro. Llegamos a destino y ellos seguían sin hablar.
Por otra parte, la isla había sido totalmente transformada. Es decir, estaba rodeada de verde y árboles, pero notablemente la mano del hombre había pasado con fuerza por ahí. Sobretodo cuando vi la megaconstrucción que se erguía frente a nosotros, a la que estábamos ingresando. Parecía un edificio público —obviamente a esta altura y como lo esperaba, blanco minimalista— custodiado por hombres exactamente iguales a los que me estaban escoltando. Algo que llamó mi atención es que no me habían esposado, ni siquiera me forzaron a hacer nada y si bien yo estaba medio estúpido por la situación, también es cierto que podría haberme escapado, no se cómo, pero podría haberlo intentado al menos.
Pero ahí estaba yo, queriendo saber adónde iba todo esto. Queriendo fumarme un cigarrillo, pero con miedo a preguntar si podía.

Cambios - III -

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19 marzo 2010

Mi Maquina del Tiempo
Y ahí estaba yo. Parado en medio de la vereda, haciéndome terribles preguntas existenciales.
Pero entre pensamiento y pensamiento no pude evitar notar el paisaje. Una ciudad completamente limpia, sin ruidos molestos y entre tantos detalles, el más llamativo: Los negocios estaban cerrados, no había una sola persona y era mediodía. Incomprensible.
Además comencé a notar que los negocios y casas de mi vecindario habían cambiado. Las casas no tanto, pero los negocios eran totalmente otra cosa y lo extraño es que ofrecían los mismos servicios que antes —cuando digo antes me refiero a como los recordaba antes de hoy— pero por dentro se veían distintos.
Me asomé a una tienda, la ñata contra el vidrio, y vi una decoración sumamente minimalista. Es decir, sencillos ornamentos blancos, ninguna publicidad, ni ruido ni basura visual, impecable. Parecía no haber mostrador, un cuarto blanco, nada, cosa de otro mundo. Un local llamativamente ausente de colores de un lado y yo con mi pálido rostro del otro.
A decir verdad siempre soñé con ver algo así, pero no de un día para el otro; y es que todos los comercios y negocios que llegaba a ver desde donde yo estaba tenían el mismo aspecto. Estaba perdido, a una cuadra de mi casa.
En fin, con mi mochila de dudas e inquietudes continué mi rumbo. Recordarán ustedes que iba a lo del mecánico, quien repararía mi maquina del tiempo en "un par" de días. Este "un par" de días —entre comillas— no me gustó nada, razón por la cual no había podido dormir muy bien y provocó que comience el día tan agitado.
Al hacer unos pocos pasos más —mientras seguía sorprendido por el paisaje de mi ciudad— comenzó a sonar una alarma, no de ambulancia, no de algún auto o casa; era un zumbido penetrante, una bocina infernal que anunciaba una guerra. Recuerdo haber escuchado algo parecido en alguna película sobre la segunda guerra mundial. Una bocina cercana que suena distante, algo confuso.
Aturdido y perplejo por el hecho quedé paralizado. De repente una especie de nave aparece frente a mi, bajaron dos sujetos rápidamente y se me vinieron al humo. Eran misteriosamente similares, altos, contextura física imponente, llevaban cascos que cubrían sus rostros y un uniforme negro de una tela que solo puedo imaginar encontrar en algún disfraz de sado-masoquista.

—Ciudadano T-1404 ha violado el código B. ¿Es consciente de eso? —Me informó alguna cosa que no entendí y preguntó una retórica supongo.
—No negro, yo voy a lo del mecánico. Me está afinando la maquina, ¿viste? —Es lo único que atiné a responder. Estaba completamente desorientado e intenté seguirles el juego.
—B-04 en progreso. Muestra desordenes —Decía uno, mientras se miraban entre ellos. No pude ver su expresión por el tema de los cascos, pero seguro era de lastima. Claro, era obvio que yo estaba totalmente perdido, ellos tampoco me ayudaban con la situación, que de hecho empeoraron al hablar tan roboticamente.
—¿Por qué hablan así, a lo Robocop? —Pregunté sin ser escuchado.
—Va a tener que acompañarnos ciudadano T-1404 —Me dijo uno mientras el otro tomaba con firmeza mi brazo derecho.

Hasta ahí todo bien. No entendía nada, casi un sueño, pero todo bien. Me subí a la cosa esa, especie de nave futurista, al asiento de atrás. Me dio la sensación de que eran policías, pero nada más. Quería saber adonde iba todo esto, quería que alguien me explique un poco qué estaba pasando. Quería saber qué había hecho el mecánico con mi maquina del tiempo o en todo caso qué había hecho yo con ella, si es que había hecho algo y no lo recordaba. Quería escuchar musica y había olvidado mi reproductor de mp3 en mi casa, mierda.

Segundo día - II -

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18 marzo 2010

Mi Maquina del Tiempo
Me levanté muy preocupado. Había dejado mi maquina en el taller y vaya a saber uno que hará el mecánico, hasta podría llegar a arruinarla por completo. Tiene tantos elementos falsos e inexistentes que no se puede saber con certeza si entiende lo que hace. Lo mejor sería ir rápidamente al taller a comprobar que todo este bien...
Pero primero debía ir al baño, orinar, lavarme la cara, cepillarme los dientes, bañarme y peinarme, prepararme un buen café, tomar el café viendo un poco de tele, fumar el primer cigarrillo del día bien tranquilo y luego sí, derechito al taller mecánico.
Haciendo zapping me pareció ver algunas cosas raras en la televisión. Pero estaba tan estúpido como de costumbre y encima medio dormido. Nada que hacer.
Salí de mi casa y ahí fue cuando me di cuenta de lo que estaba pasando.
El mundo había cambiado.
No había autos en las calles, las veredas eran más amplias, las calles más angostas, árboles hermosos en los canteros, los pájaros cantaban sin desafinar, ningún ruido molesto, ninguna moto estruendosa, ningún caño de escape que meta humo en mis pulmones (en todo caso yo me encargo de eso), todo limpio y calmo. El caos del tráfico había desaparecido. Y aun mejor: no era un sueño.
Pensé entonces: Oh, oh... ¿Y ahora que bondi me tomo? ¿Cómo voy a llegar al taller?

Entonces me despabilé un poco: “Momento, esto no cambió de la noche a la mañana (cuando digo mañana, me refiero a pasado el mediodía) Esto es una revolución, llevaría años desarrollar toda esta superestructura, parece que fuera el futuro.”

Comencé a caminar lentamente rumbo al taller, a pasos torpes, tratando de entender algo de lo que estaba pasando. Tratando de comprender.
¿Viajé en el tiempo? ¿Acaso ya había retirado la maquina del tiempo del taller mecánico? ¿Viajé en el tiempo sin la maquina? ¿Por qué habré viajado hacia el futuro? ¿Por qué no veo medios de transporte? ¿Por qué no hay gente en la calle? ¿Por qué los comercios están cerrados?
No hay nada abierto...
Entonces me detuve.
¿Habré cerrado la puerta de casa con llave?

Visita al mecanico - I -

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16 marzo 2010

Mi Maquina del Tiempo
Como todo lo bueno, dura muy poco.
Ayer estaba por emprender otro viaje en el tiempo y se desbarató mi maquina, se rompió un coso.
Entonces la llevé a lo del mecánico.
Caí con mi maquina al taller mecánico. Había unos pocos autos en reparación y no hay mucho que describir del ambiente, posters de chicas ligeras de ropa y desnudas, imágenes de autos y logos, todo de Ford. Seguramente el mecánico era fanático de esa marca. Lo demás estaba cubierto de grasa, las paredes alguna vez estuvieron pintadas de blanco y el olor era de un inconfundible taller de barrio.

—Hola señor mecánico... —Saludé muy cordialmente.
—¡Que hermosura de maquina que pegaste! ¿Que modelo es? —Respondió sin saludar, estaba absorto perdido en tan ficticia hermosura, enamorado de mi bella maquina.
—De este año y sí, es una joyita.
—¡Pah! Es una beshesa, ¿Qué problema tiene?
—No se, el problema está en el coso ese... —Dije, mientras señalaba la parte frontal de la maquina.
—Ah, si... —Decía mientras miraba y se rascaba la cabeza— Generalmente los cosos esos salen mal de fabrica. No hay problema, dame dos días y te lo soluciono.
—Uh... ¿Dos días? Pero es ese coso nomás...
—Sí, ya se. Pero tengo que conseguir el repuesto y cambiarlo. Es complicado, porque primero hay que sacar esa otra cosa, levantar esa parte, sacar el coso y meterle el nuevo. —Explicó mientras gesticulaba con sus manos.
—Ah, sí... Parece complicado, —Le dije, pero en realidad no había entendido nada— en realidad no entiendo nada. Pero si vos me decís que sabés lo que hay que hacer te la dejo y vuelvo en dos días...
—Sí, dame dos o tres días. Va a quedar como nueva.
—Pará, pará —contesté sorprendido y enojado—, me dijiste dos días hermano...
—Sí, más o menos... Pasa que hay mucho laburo ahora y no me quiero comprometer tanto. Vos andá tranquilo y no te hagas problema. —Me dijo mientras me palmeaba el hombro.
—Bueno, pero mirá que te confío la maquina.
—Si, no te hagas drama. ¿No querés saber cuanto te voy a cobrar? —Preguntó.
—No te hagas problema por la plata, vos encargate de arreglarla... —Respondí descaradamente, pues esa frase no saldría de mí, ni queriendola decir, pero curiosamente así lo hice.

Entonces volví a mi casa, dejé la maquina en lo del mecánico.
Pero a la noche no podía dormir, sentía que algo andaba mal. Dejé mi maquina del tiempo en el taller en manos de un hombre que podría viajar en el tiempo si descubría cómo hacerlo. Era algo muy peligroso.

El Día que Salvé el Mundo (Preludio)

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15 marzo 2010

Mi Maquina del Tiempo Humor
Toda historia tiene un preludio y ésta que voy a contar está lejos de merecer una obertura, pero se la voy a dar igual, para que parezca importante.
Tan solo para situar el estilo despreocupado de narrativa y que luego no caigan reproches en servidor.
Digamos que es una historia de ficción, tan real e inverosímil como mi maquina del tiempo.
En esta historia digna de contarse habrá condimentos varios. Está escrita en primera persona del singular (de varios tiempos) porque yo soy el protagonista de tan increíble aventura. Por tanto he de decir también que nadie utilizará un lenguaje nutrido para las apariencias, y es que yo no hablo así por la calle y rara vez, en lo cotidiano, me he cruzado con alguien que lo haga.

En parte es anécdota, en parte son crónicas.
Todos sucesos que tuvieron lugar en algún lugar del universo, el día que salvé el mundo...

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